Los padres
necesitamos cada día más conocimientos para cumplir de manera adecuada uno de
los trabajos más difíciles de la vida: la educación de nuestros hijos.
Saber sobre el
sentido de la educación, sobre las distintas formas de animar a los niños a
usar su inteligencia.
A relacionarse con
otras personas, expresar sus sentimientos y su creatividad nos ayuda a actuar
con mayor eficacia y a sentirnos satisfechos como padres.
Esta guía tiene como
objetivo ofrecer a los padres un instrumento que ayude a aclarar algunas ideas
y sentimientos sobre la tarea de educar.
A comprender mejor a
nuestros hijos a construir un ambiente en el que todos los miembros de la familia
convivan en armonía.
Pretende darnos las
herramientas necesarias para promover la unión y los valores familiares, para
fortalecer el dialogo y lograr una relación de confianza, respeto, aceptación y
cariño entre padres e hijos.
El odontólogo es el profesional
encargado de mantener la salud y curar las alteraciones que podamos tener en la
boca y los dientes.
Una actitud positiva en los padres y una visita antes de que surjan problemas dentales facilitará la confianza y el acercamiento del niño a la consulta dental.
La primera visita al
dentista debe hacerse entre 1 y 3 años de edad.
Los padres no deben
esperar a detectar alguna alteración o a que el niño tenga dolor.
Además, es positiva
una primera visita donde al niño no se le practique ningún tratamiento, ya que
ayuda a que este inicie una relación cordial y confiada con el profesional de
la odontología y en general con el cuidado de sus dientes.
A diferencia de lo
que piensan muchos padres, los primeros dientes o dientes temporales, aunque
luego sean sustituidos por los definitivos, deben tratarse cuando tengan caries
ya que su infección puede producir alteraciones en el germen del diente
definitivo que esta debajo.
Pueden suceder
también problemas para el espacio de los dientes definitivos ya que una pérdida
prematura de un diente hace que exista un hueco en la encía más tiempo del
necesario con lo que los dientes vecinos pueden desplazarse.
A partir de la
primera visita es aconsejable llevar el niño a revisiones dos veces al año.
En la primera visita
a la clínica dental los padres deben acompañar al niño y estar presentes
durante la misma.
Normalmente, cuando
el odontólogo pide al niño que haga algo, éste busca con la mirada a sus padres
en busca de aprobación y toda actitud inapropiada de estos dificulta la
respuesta del niño.
Por ello, en
sucesivas visitas los padres no deben pasar al área del sillón odontológico
para que el odontólogo pueda establecer una relación directa con el niño sin la
mediación de los padres.
Para que el niño no
se sienta abandonado y esté tranquilo es una buena estrategia que la madre deje
el bolso o alguna prenda a la vista del pequeño lo que le garantiza que la
madre esta fuera esperándolo.
Si a pesar de ello el
niño llora los padres no deben inquietarse ya que es una reacción normal a lo
desconocido.
Si el dentista tiene
experiencia en el manejo de los niños sabrá cómo aplacar esta conducta y hacer
que el niño no se asuste.
Muchos niños lloran
para reclamar la presencia de los padres, por lo que no se debe caer en la trampa
de entrar en el consultorio y dejar que el profesional maneje la
situación.
Hemos de saber que si
se requiere nuestra presencia el odontólogo nos va avisar.
Si el niño se porta
bien hemos de recompensar su actitud para reforzar este comportamiento en
visitas sucesivas.
En caso contrario no es
recomendable castigarlo ya que esto aumentaría la sensación negativa que el
niño tiene ante la visita dental.
La importancia de la actitud de
los padres.
La actitud y comentarios de los
padres ante las visitas al odontólogo son captadas rápidamente por los niños.
Por ello los padres tienen una
gran responsabilidad en la imagen que el niño se haga de su primera visita al
dentista.
El primer contacto con el
odontólogo es muy importante para la futura actitud del niño ya que repercutirá
en su comportamiento en sucesivas visitas a la consulta odontológica.
Nunca se debe amenazar al niño
con llevarlo al dentista o al médico si se porta mal ya que asociará a estos
profesionales con algo malo, con un castigo que no habrían tenido de portarse
bien.
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